Obispo Bitar: “Es difícil hoy hablar de libertad sin caer en la trampa de la grieta”
El Obispo de la Diócesis de Oberá, Damián Bitar, reflexionó en el Tedeum desarrollado este 9 de julio en la Catedral San Antonio, sobre la libertad y pidió que no nos roben palabras claves como Libertad.
Reunidos en la Iglesia Catedral San Antonio celebramos el solemne Te Deum o himno de acción de gracias en esta fundante fecha Patria y en la conmemoración de los 96 años de la ciudad de Oberá.
A la luz de la Palabra proclamada evocamos el diálogo entre Jesús y el Procurador Romano Poncio Pilato, en el marco del juicio que terminó con la muerte en cruz de Jesús de Nazareth.
Pilato y Jesús no se entienden, o mejor dicho Pilato no entiende a Jesús. ¿Por qué? Porque los dos hablan con los mismos términos, pero se refieren a cosas distintas, casi antagónicas.
Cuando Pilato le pregunta a Jesús si es rey, está pensando en el modo de reinado del Emperador Romano; que ejerce su autoridad como dueño absoluto de todo y de todos; cuando Jesús dice que Él es Rey, está pensando desde la profecía de Isaías, acerca del Cordero manso e inocente llevado al matadero que carga sobre sí nuestros pecados y por sus llagas nos cura.
Para Pilato ser rey es servirse de los demás; para Jesús ser Rey es servir a los demás y dar la vida en rescate por todos.
Sabemos, desde la escuela primaria que el 25 de mayo de 1810, con nuestro primer gobierno patrio, comenzamos a ser un pueblo libre. Aquel proceso culminaría el 9 de Julio de 1816 en Tucumán con la declaración de la Independencia del monarca español.
Cada 9 de julio nos convoca la libertad. Y es acá donde parece que la historia se repite, como en el diálogo de Jesús con Pilato. Las mismas palabras, pero con significados antagónicos, que no nos unen, sino que nos enfrentan. El problema es que las palabras no son solo palabras; son realidad, vida, sueños, proyectos, rostros e historias.
En algunos momentos de la bicentenaria historia de Argentina, algunas palabras claves y fundantes de nuestra Nación parece que son cooptadas por sectores que ideológicamente las vacían de su sentido más profundo y las convierten en bandera de división y grieta.
Pasó en un tiempo tan doloroso con la palabra “Organización Nacional”, pasó también con la palabra “Patria” y “Justicia Social” y nos pasa ahora con la palabra “Libertad”.
Es difícil hoy hablar de libertad sin caer en la trampa de la grieta, de ver al otro como adversario.
No nos dejemos robar las palabras sagradas que nos hacer ser Pueblo y Nación, que nos remontan a nuestra fuente original y nos proyectan a un futuro siempre esperanzador, a pesar de las dificultades del presente.
No nos dejemos ideologizar nuestros símbolos patrios, esos que nos ponen orgullosos de ser argentinos; esos que costaron la vida de tantos hermanos desde los comienzos de la emancipación hasta nuestros héroes caídos en Malvinas.
No es lo mismo autonomía que libertad; aunque a veces puedan coincidir. La libertad es una categoría del espíritu, se arraiga en el terreno más recóndito de la existencia, el más íntimo. En cambio, la autonomía tiene un valor instrumental; nace de nuestro deseo de poseer, que muchas veces nos aísla y nos enfrenta a los demás.
La libertad siempre se reconoce en relación, en vínculo a otros, en una pertenencia más grande a una comunidad, a un nosotros. La libertad siempre supone el don de sí para los demás, supone un proyecto de vida donde entren muchos, donde haya lugar también para los que son excluidos y marginados de múltiples maneras.
La autonomía absoluta nos transforma en meros competidores sin rostro; la lógica de la libertad nos hace trabajadores de la cultura del encuentro, de la fraternidad que supone la erradicación de toda injusticia, desigualdad y corrupción.
Celebrar este 9 de julio nos pone a todos en el compromiso por ser cada día verdaderamente libres. Debemos educar en y para la libertad. Un pueblo será grande si sus ciudadanos son verdaderamente libres. Pero esa libertad nunca será sin los otros, sin la primacía de la dignidad de toda persona y vida humana, sin el compromiso por el Bien Común; nunca será libertad sin el principio de subsidiariedad del mayor sobre el menor, sin el principio de la participación y sin el compromiso por el cuidado de nuestra Casa Común.
Llenemos de sentido patriótico y cristiano estas palabras sagradas, que no son propiedad de nadie ni de ningún sector; que están llamadas a ser puentes de encuentro y no banderas de división.
¡Dios bendiga a nuestra Nación Argentina! ¡Dios bendiga a nuestra Provincia de Misiones! ¡Dios bendiga a Oberá para que brille como ciudad de paz, de fraternidad y de libertad!
Damián Bitar, Obispo de Oberá