Silvana Gómez, llegó a Mártires hace 6 meses y por el atraso del pase del colegio donde estudiaban sus hijos, no quieren inscribirlos para seguir con sus estudios.
Silvana Gómez, con tres hijos vive en una humilde casita cerca de la ruta. Hace un año y seis meses llegó a Misiones desde la provincia de Buenos Aires, en busca de mayor tranquilidad; pero también sufrió la crisis económica que azota el país, y ya no pudo pagar el alquiler, así que se instaló en una casa abandonada del Iprodha y al cabo de un tiempo, la desalojaron violentamente junto a sus hijos.
«Cuando las cosas se pusieron difíciles, comencé a averiguar que esa casa hacía años estaba desocupada, e inicié los trámites con la idea de que mis hijos tuvieran un lugar seguro; pero cuando se enteraron los supuestos dueños, llegó la policía e intentó sacarme. Les dije que sin orden de desalojo no me podían echar; pero vinieron cuatro mujeres policías y me sacaron por la fuerza con los chicos y nos tiraron todas las cosas a la calle», relató.
«Pido a la directora que permita a mis hijos asistir a clases»
De a poco, Silvana, sus hijos y su compañero misionero lograron alquilar un cuarto, pero como resultaba demasiado chico para una familia numerosa, pidieron ayuda al intendente de Mártires, Armando Sosa (FR) sin obtener respuesta. Así fue que se instalaron en el terreno en el que viven actualmente hace unos seis meses.
«Mi marido vive de changas, de la tarefa, y yo cobro la Asignación Universal por Hijos, hago bollos, vendo ropa, lo que sea para que a mis hijos no les falte nada; pero nos resulta imposible pagar un alquiler, por eso construimos esta casita con ayuda de los vecinos que siempre nos dan una mano. El gran problema que tenemos es que los chicos no están escolarizados porque la directora de la Escuela 182, Lucía Luna, no los quiere recibir porque en el colegio de Luján, al que iban no me entregaron el pase de mis hijos de 10, 7 y 5 años», explica.
La joven madre sostuvo que «desde que vinimos de Buenos Aires intenté inscribir a mis hijos para que no pierdan la escolaridad, le pedí a la directora que llamara a la escuela de Buenos Aires y solicitara el pase de uno al otro establecimiento; pero me respondió que no era su obligación, y que yo tendría que viajar a buscarlo. Con ese argumento estuvo dando vueltas todo el tiempo, hasta que este año, le insistí tanto que decidió comunicarse, pero sólo logramos que la responsable del jardín de infantes de mi hija más chica enviara el pase por mail», indicó.
Queda pendiente que los directivos de la escuela bonaerense manden la autorización de los chicos más grandes, y ante el pedido de la mujer que los reciba igual para que no sigan perdiendo el año, la directora no aceptó.
La consecuencia de esa negativa es que estos chicos que deberían estar cursando quinto y segundo grado -la nena más pequeña sí está concurriendo a la sala de 5 años en el jardín de infantes-, no están estudiando.